Pancho López tras la ruta del videoperformance

Por: Lorena Chávez Fernández.
Fotos: Diana Ros Iraola.

Con un acercamiento más práctico al videoperformance regresa a FIVAC el artista, curador y profesor mexicano Pancho López, ahora con el taller “Creación/Cámara/Acción: aproximación al videoperformance”.

¿Por qué su interés en el videoperfomance?

Me hizo ver un cambio en el modus operandi del performance. Es necesario concebirlo desde una perspectiva donde es posible manipular el tiempo, la luz, el cuerpo; puedes agregar cosas, ponerle subtítulos, jugar con la pausa, con el movimiento y la velocidad, lo que en el momento del performance no se puede. Por eso considero que el videoperformance es un tiempo inexistente o, como yo lo llamo “un tiempo paréntesis”, que se abre solo en la pantalla.

¿Es el videoperformance el registro del performance o una obra en sí?

El videoperformance es una obra nueva, aparte, y que la acción, el performance, es una obra que se hace en el momento con los ejes transversales cuerpo, tiempo y espacio; con el video surgen otras posibilidades. La capacidad de documentación me interesa en el sentido de poder observar lo que ocurrió, pero eso no es la obra; el performance solamente existe en vivo y el videoperformance solo existe por medio de la pantalla, entonces se torna de una naturaleza y formato diferentes. Me llama la atención ese híbrido que se aleja del performance tradicional y adquiere una nueva posibilidad de reproducción y capacidad de compartir con otros en el tiempo.

¿Qué resulta esencial en el videoperformance?

La idea debe ser coherente, debe generar sentido, tanto en el performance como en el videoperformance, si no construye sentido, para mí no tiene caso hacer la obra. La particularidad del videoperformance es que está confinado a una pantalla, y solo existe cuando le dan play, pero aun así tiene la potencia de construir sentido.

Usted ha investigado el videoperformance en Cuba, ¿qué opina de su desarrollo y retos actuales?

Los cubanos hacen mucho con lo poco que tienen. Me doy cuenta del desperdicio que hay en otros países, donde existen los recursos y en ocasiones se desperdician. Ese aspecto de aquí es sumamente positivo, porque el arte no es cosa de recursos financieros, sino de recursos creativos.

La incorporación de nuevos medios tecnológicos marca un reto para los artistas. Me interesa ver cómo quienes trabajan el video incorporarán, con el ingenio característico de los cubanos, estos soportes, y los resultados que obtendrán. Internet permite plataformas de exhibición para el mundo, así que ese será el próximo paso para los cultores del videoperformance en este país, quienes se están abriendo a otro horizonte que necesitan explorar y que deben ir tanteando para redescubrir, a su vez, las potencias del cuerpo.

Pancho nos trae a esta edición un taller sobre el videoperformance.

A diferencia del encuentro anterior tengo ahora el interés de generar una propuesta final, pequeña, porque en tan poco tiempo apenas tendremos oportunidad de introducir el tema. Mi objetivo principal es generar la posibilidad de que los participantes hagan su propia acción para la cámara. Para ello pienso aprovechar la evolución tecnológica que se ha evidenciado en el país recientemente, pues ya la mayoría de los talleristas contarán al menos con dispositivos móviles y podrán trabajar otros elementos que en ediciones pasadas parecían impensables. La idea es que cada participante realice su propio videoperformance de un minuto y que se pueda socializar al concluir el encuentro, porque no pretendo que de aquí salgan obras maestras, pero sí que los involucrados aprecien sus equipos como herramientas creativas con mucha potencia.

Usted llega a FIVAC por tercera vez, ¿qué lo motiva a volver?

De entrada, me interesa cualquier festival que se acerque al videoperformance, pero a FIVAC le encuentro un sabor muy particular, porque a pesar de las limitaciones hallan salidas muy creativas y hacen muchísimo más que personas con todos los recursos en otros países. En comparación con la primera edición en que participé observo gran evolución: la sede con sus avances técnicos, el espacio tan cuidado, el alto nivel curatorial que mantiene Teresa Bustillo y la búsqueda continua de nuevos contenidos, hacen que exista en Camagüey uno de los proyectos más potentes, armados y construidos para una posibilidad de intercambio única. Por eso vuelvo, porque FIVAC es como un restaurante de lujo, al que quieres regresar a probar nuevas recetas.

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