Exceso de la nada, para hacer catarsis

Por: Arailaisy Rosabal García.
Fotos: Raúl A. del Pino.

Maura Morales no se está quieta un instante. Lleva la danza tan adentro que su cuerpo y su mente parecen bailar siempre; incluso, cuando habla, sus palabras se mueven a un mismo compás. Viajó desde Alemania hasta Camagüey por motivos personales, pero bastó que se pasara por nuestra sede para que la involucráramos en el espectáculo inaugural de nuestra octava edición.

Bendita coincidencia para ella, porque bailar para su madre, para los amigos, aquí en su ciudad natal, es algo que añoró siempre; más si se trataba de Exceso de la nada, una coreografía del 2017 en extremo intimista, nacida de sus memorias en Cuba y concebida como una especie de catarsis para hacer las paces con el torbellino de sentimientos que le producen 22 años lejos de su tierra. Pero es más: es, también, su visión actual del país y la manera de mostrarla a otros con su cuerpo.

“Las ganas de bailar en Camagüey son más grande que todo. Es la segunda vez que trabajo acá; lo hice antes en el 2013 con una coreografía que monté para la desaparecida compañía Endedance: Cuarenta palillos por diez pesos. Pero ahora bailé parte de mi vida, porque eso es en definitiva Exceso de la nada.

Por eso no importó que no se trajera consigo todo el andamiaje que lleva la obra; su esencia, su naturaleza, estuvieron ahí, en versión minimalista; tal vez, porque como confesó Michio Woirgardt, su compañero hace 24 años y compositor de la música de Exceso de la nada, Maura baila con una honestidad única.

“He trabajado con varias compañías de todo el mundo, pero siempre regreso a la Cooperativa Maura Morales, porque es lo mejor que conozco en materia técnica e intelectual. Maura no baila por bailar; detrás de cada movimiento suyo hay siempre una razón, una idea, una explicación”.

No podía ser de otra manera tratándose de alguien que se inspira con todo lo cotidiano, alguien que no encuentra mejor manera de responder a sus propias interrogantes que a través de la danza.

“Mis coreografías nacen siempre de preguntas, y la forma de responderlas es a través del baile. La danza, para mí, es una justificación para aprender”.

Exceso de la nada, como Maura, tiene raíces lugareñas. Aquí estuvo la artista durante el proceso de concepción de la obra, atrapando los movimientos folclóricos de los orishas, que tan bien imbrica con lo contemporáneo; aquí, Michio, grabó las voces de Wilmer Ferrán y Pupito –cantante del Ballet Folklórico-, las decodificó y luego las recompuso en un contexto de música electrónica.

Aunque fragmentado, el del pasado lunes fue el estreno en Cuba de Exceso de la nada, pero Maura tiene el deseo, o más que eso, la proyección, de traérnosla alguna vez completa, tal y como fue concebida. Sería, sin dudas, un exceso bendito.

     

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